El Árbol de la Vida

Pacino di Bonaguida

Ficha técnica

  • Autor: Pacino di Bonaguida
  • Fecha: 1310 – 1315 aprox.
  • Colección: PINTURA
  • Técnica: Temple y oro sobre tabla
  • Dimensiones: 271 x 170,5 cm (con marco)
  • Catálogo: Inv. 1890 nùm. 8459

La obra

El cuadro es la traducción visual del Lignum Vitae del franciscano Buenaventura de Bagnoregio, un texto que relata el misterio de los orígenes de la humanidad, la Pasión y la gloria de Cristo. Para ayudar al lector a orientarse, Bonaventura recurre a un diagrama de árbol, que se traduce en una imagen en el gran retablo del florentino Pacino di Bonaguida. Fue el principal exponente de una corriente pictórica de principios del siglo XIV que, aunque miraba a Giotto, se caracterizaba por una gran viveza narrativa, denominada «miniaturist tendency».

Pacino pintó doce ramas que se injertan en el madero de la cruz de Cristo. En el extremo de cada rama hay un pomo rojo, donde antiguamente se leía en oro un versículo relativo a uno de los doce misterios de la vida de Jesús: gozosos, dolorosos y gloriosos. Cada fruto/misterio corresponde a un tema de meditación, cuyo texto está escrito en las ramas, y cada uno de estos temas está asociado a un episodio de la vida de Cristo. El orden de lectura de los episodios es de abajo arriba y de izquierda a derecha. La última inscripción de la parte superior derecha se refiere a la visión del Paraíso que ocupa toda la parte superior de la tabla. En la parte inferior están representadas escenas del Génesis, distribuidas a ambos lados del Gólgota, en cuyo interior se abre una cueva que alberga la figura de San Buenaventura con un texto abierto, probablemente el propio Lignum Vitae. Inmediatamente por encima se encuentran las figuras de Moisés, San Francisco, Santa Clara y San Juan Evangelista sosteniendo pergaminos; otros dos están desplegados en la copa del árbol por los profetas Ezequiel y Daniel.

En el último medallón, en la esquina superior derecha, junto a los nueve apóstoles golpeados por los rayos que emanan de Cristo, aparece una monja franciscana sin aureola: podría tratarse de la hermana de Santa Clara, Inés, que fue durante un tiempo directora del monasterio florentino de las Clarisas de Monticelli, de donde procede la obra. El elaborado programa iconográfico respondía a la necesidad de ayudar a las monjas, a menudo analfabetas, en su meditación diaria sobre los misterios divinos y en la recitación de textos litúrgicos cuyo contenido les resultaba difícil de comprender.

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